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Leer la opinión de Maria Teresa Linaza Saldaña
Directora de Promoción y Desarrollo Institucional de Vicomtech

La utilización, a nivel de Unión Europea, de referencias relativas a la salud de las personas, a su entorno y al funcionamiento de los dispositivos y aparatos médicos podría tener consecuencias muy beneficiosas, tanto para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como para la prevención y promoción de la salud, el fortalecimiento de los sectores de dispositivos y equipamientos médicos y farmacéuticos, o la optimización de los sistemas y procesos sanitarios. Todo ello derivaría en beneficios sociales (salud personalizada y al alcance de toda la sociedad), económicos (reducción de costes de los sistemas sanitarios, social y laboral, competitividad de sectores industriales y autonomía tecnológica europea) y medioambientales (economía circular en aparatos médicos y computación distribuida).

El mayor potencial transformador radica en los datos personales, cuya gestión, a su vez, también presenta las mayores dificultades

Hoy en día Europa está avanzando en el establecimiento de reglamentos y el desarrollo de pilotos, y aunque quedan muchos pasos por dar, existen ya algunos países más avanzados en la utilización de estos datos, como son Estonia o Finlandia, y también desarrollos tecnológicos que permiten visualizar las oportunidades que ofrece una gestión digital de la salud. Por ejemplo: en muchos países, los elevados costes de los tratamientos y la limitada cobertura de los seguros son los principales obstáculos para una adecuada asistencia. O, en otro orden de cosas, los planes de salud suelen tener poca cobertura para los tratamientos de fertilidad, lo que hace que la fecundación in vitro (FIV) sea prohibitiva para muchos pacientes. La empresa digital de salud Univfy está trabajando para reducir esos costes de dos maneras: desarrollando una plataforma basada en la Inteligencia Artificial (IA), que predice la probabilidad de éxito en cada caso concreto, y por otro lado asociándose con clínicas para ofrecer reembolsos si los esfuerzos de FIV fracasan.

El mayor potencial transformador radica en los datos personales (historial médico, sintomatología, medicación, resultados de tratamientos y test, imágenes radiológicas, etc.), cuya gestión, a su vez, también presenta las mayores dificultades. Por eso, solo una parte de los datos sanitarios disponibles se utiliza con fines analíticos, y no en todas las organizaciones, y aún menos en todos los países.

El uso limitado de los datos estriba, fundamentalmente, en su sensibilidad y, por ende, en las restricciones relacionadas con la privacidad y su uso ético, así como en la fragmentación en función de países, sistemas sanitarios y disciplinas médicas. La Comisión Europea ha dado los primeros pasos para salvar estos escollos con la Estrategia Europea de Datos, las Directrices éticas para una IA fiable y un Reglamento para crear el Espacio Europeo de Datos Sanitarios.

Aunque ya existen soluciones digitales como la telesalud, los registros sanitarios, las recetas en línea o los sistemas de información de salud, aún quedan por desarrollar tecnologías eficaces, sólidas y escalables que aseguren la privacidad y la gestión descentralizada de los datos. Los principales retos se centran en la facilidad de uso (aceptación del usuario) y la capacitación para una adopción generalizada, así como en asegurar la disponibilidad de infraestructuras adecuadas para mantener la calidad de los servicios. Otros desafíos incluyen la interoperabilidad de los sistemas de información sanitaria, la falta de protocolos en los trámites telemáticos, la actualización de las estructuras administrativas y organizativas de las instituciones de salud existentes, los aspectos legales o la disponibilidad de financiación para el diseño, implementación y buen funcionamiento de los servicios de e-Salud.

Los principales retos se centran en la facilidad de uso y la capacitación para una adopción generalizada, así como en asegurar la disponibilidad de infraestructuras adecuadas para mantener la calidad de los servicios

En un futuro posible, en el que todos estos avances -tecnológicos o de otra índole- coincidiesen, se podría producir una importante disrupción en el ámbito de la salud. Se lograría un uso óptimo y escalable de los datos sin infringir la privacidad, favoreciendo grandes avances en el uso de la inteligencia artificial para el diagnóstico, tratamiento y descubrimiento de fármacos, así como para generar confianza sobre estos usos.

Esta situación futura no estaría exenta de riesgos, por lo que habría que estar alerta. Por un lado, un insuficiente impulso público podría acarrear una pérdida de oportunidades y la incapacidad de impulsar las inversiones desde el sector privado. Por otro lado, una estructura y diseño poco sólidos para la aplicación de la tecnología de IA podría llevar aparejada la mala calidad y deficiente gobernanza de los datos, e incluso un uso poco ético de éstos.

Por ello, tanto la industria como las administraciones públicas deberían trabajar para adelantarse a este posible escenario. Por un lado, desarrollando productos, servicios y modelos de negocio que permitan monetizar los datos, reducir los costes y mejorar la atención a las personas. Por otro lado, alineando los marcos legislativos correspondientes (políticas y mecanismos de control).

En todos los casos, la cooperación a lo largo de la cadena de valor, así como dentro de la UE y a escala mundial, será un requisito indispensable.

  • El camino hacia la digitalización de la atención sanitaria en Europa

    Los datos como el pilar hacia la digitalización de la salud en Europa

    Cada vez que una persona acude a un centro asistencial, a la consulta de un profesional sanitario o a la farmacia, genera una traza de datos sanitarios, que informa sobre su situación y su estado de salud. Estos datos pueden ser de diferentes tipos, desde una imagen hasta una receta médica.

    Actualmente, las personas se enfrentan a diferentes retos a la hora de controlar sus datos sanitarios, incluyendo el acceso y transferencia de sus datos dentro de un Estado Miembro y entre Estados, ya que cada agente del ecosistema sanitario recopila datos en diferentes formatos que no son compatibles entre ellos. Aunque dos tercios de los Estados Miembros disponen de expedientes electrónicos digitales y servicios de recetas electrónicas accesibles mediante un portal online, únicamente unos pocos Estados son capaces de enviar o recibir dichos datos transfronterizos. Así, si un ciudadano visita a un profesional sanitario en otro Estado Miembro, su información sanitaria incluidas las imágenes para diagnóstico no suelen estar disponibles, lo que da lugar a retrasos y errores en el diagnóstico o tratamiento.

    Adicionalmente, más de la mitad de los Estados Miembros no disponen de una legislación específica para la reutilización de los datos sanitarios para propósitos de investigación, legislativos o regulatorios. Por lo tanto, es evidente la necesidad de un marco regulatorio que aborde los derechos de los ciudadanos, reduzca la fragmentación y permita un uso seguro y eficiente de los datos sanitarios.

    Una de las últimas propuestas en el mundo de los datos sanitarios es la propuesta ambiciosa de la Comisión Europea de impulsar el potencial de los datos en la Unión Europa. Con más de 500 millones de europeos, sistemas sanitarios diversos y potencialmente la base de datos sanitarios más grande del mundo, el potencial es muy grande.

    La Unión Europea dispone de una gran cantidad de datos sanitarios que podrían ayudar en el desarrollo de nuevas terapias, mejorar el cuidado de los pacientes, ahorrar tiempo a los profesionales y a los pacientes, y contribuir en un mejor funcionamiento de sistemas de salud. Ahora bien, para conseguirlo, es necesario organizar dichos datos de forma que sean accesibles y compartibles entre todos los Estados Miembros. Esta situación varía fuertemente entre ellos. Así, mientras que en Estonia un sanitario tendrá incluso problemas en recordar cómo escribir una receta en papel, Alemania necesitaría más de 10 años para implementar el expediente electrónico. Si bien los sistemas finlandeses o franceses están totalmente digitalizados, algunos países del Este siguen trabajando en papel y creando archivos no interoperables. La creación del Espacio Europeo de Datos Sanitarios (EEDS) ha sido una de las prioridades de la Comisión Von der Leyer en el área de la digitalización de la atención sanitaria. Dicho EEDS se ha definido como un ecosistema específico relacionado con la salud que incluirá reglas, estándares y buenas prácticas comunes, infraestructuras y un marco de gobernanza con objetivos claros: permitir a las personas físicas acceder y controlar sus datos sanitarios electrónicos personales a nivel nacional y europeo, y permitir su uso libre para impulsar un mercado único de sistemas de expedientes electrónicos, dispositivos médicos y sistemas de Inteligencia Artificial de alto impacto (uso primario); y proporcionar un escenario consistente, seguro y eficiente para el uso de los datos sanitarios para la investigación, innovación, definición de políticas y actividades regulatorias (uso secundario).

    Este EEDS traerá múltiples beneficios para los diferentes agentes del ecosistema. En primer lugar, los ciudadanos tendrán un mayor control sobre sus datos sanitarios, de modo que podrán compartirlos con los profesionales sanitarios rápidamente y en un formato trasparente y común, reduciendo el número de pruebas innecesarias e incrementando la calidad de la asistencia. En segundo lugar, los profesionales sanitarios trabajarán de forma más eficiente gracias al acceso eficiente a los datos de sus pacientes gracias a las mejoras en la interoperabilidad, lo que redundará en una reducción de costes para los sistemas de salud. También se beneficiarán los investigadores y la industria, que accederán a los datos sanitarios y a los datos de evidencias del mundo real (RWE) de una mayor calidad.

    En mayo de 2022, se presentó la Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre el EEDS, que aborda los retos específicos en el ámbito de la salud para el acceso e intercambio de los datos sanitarios, incluidos los historiales médicos electrónicos, los datos genómicos o los registros de los pacientes. No sólo apoyará la prestación de asistencia sanitaria (servicios y personal dedicado a la prestación de asistencia sanitaria o al uso primario de datos sanitarios electrónicos), sino que también apoyará la investigación sanitaria, la innovación, la formulación de políticas, la reglamentación y la medicina personalizada (uso secundario de datos sanitarios electrónicos).

    La confianza será el elemento fundamental para el éxito del EEDS, por lo que el espacio de datos deberá ofrecer un acceso y procesamiento seguro de los datos sanitarios. Los ciudadanos tienen que estar seguros de que sus datos sanitarios están protegidos adecuadamente. Para ello, la Comisión Europea ha dado los primeros pasos para salvar estos escollos con la Estrategia Europea de Datos, las Directrices éticas para una IA fiable y un Reglamento para crear el Espacio Europeo de Datos Sanitarios.

    En relación al impacto económico, la Comisión Europea estima que la mejora en el acceso e intercambio de datos, y su mejor uso en la investigación, innovación y elaboración de políticas basadas en esta iniciativa del EEDS tendrá un ahorro esperado de 11 billones de euros en los próximos 10 años. Por ejemplo, la mejora en la interoperabilidad de datos sanitarios entre proveedores de servicios de salud supondrá un ahorro significativo para pacientes y servicios de salud, ya que alrededor de un 10% de las imágenes médicas tomadas en los Estados Miembros no serán necesarias, lo que supondrá un ahorro de unos 140 millones de euros anuales. Igualmente, la utilización de la receta electrónica transfronteriza podrá suponer unos ahorros entre 2000 y 3000 millones de euros en 10 años.

    Para financiar este EEDS, la Comisión Europea aportará más de 810 millones de euros dispuestos en diferentes programas (Europa Digital, Horizonte Europa, UEproSalud), mientras que los Estados Miembros han presupuestado 12.000 millones de euros orientados a inversiones en sanidad electrónica dentro del Mecanismo de Recuperación.

    En el caso de España, se ha creado la Secretaría General de Salud Digital, Información e Innovación dentro del Servicio Nacional de Salud (SNS) en diciembre de 2020. En 2021, se destinaron más de 50 millones de euros para impulsar proyectos relacionados con la analítica de datos, la salud digital y la interoperabilidad electrónica de información sanitaria, o el desarrollo de servicios públicos digitales. Igualmente, se destinaron 234 millones de euros de la iniciativa React-EU en colaboración con las Comunidades Autónomas para trabajar en espacios de datos, sistemas de información sanitaria, transformación digital de la gestión de los servicios de salud, anatomía patológica, atención personalizada o historial digital de salud. En la actualidad, se ha aprobado la Estrategia de Salud Digital del SNS donde se incluye la creación de un Data Lake Sanitario financiado con 100 millones de euros dentro del PERTE de Salud de Vanguardia.

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