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Leer la opinión de Lucía Orbe
Ingeniera de procesos en Petronor

A medida que la digitalización se afianza, y que millones de nuevos dispositivos se conectan, el volumen de datos disponible para las organizaciones crece exponencialmente. Orientarse a los datos es la nueva apuesta para el éxito empresarial, y tiene el potencial de transformar todo tipo de organizaciones. Basarse en datos supone maximizar el valor de estos, tratarlos como un recurso y un producto. Hablamos de datos tanto internos -generados por la organización en su interacción con clientes, y proveedores- como externos -relacionados con los procesos de negocio, aunque residan fuera de los sistemas propios.

Impulsar esta transformación en la industria vasca resulta crítico para generar ventajas frente a competidores europeos

Por una parte, se trata de utilizar los datos como base para la toma de decisiones empresariales críticas, y hacerlo mediante análisis transparentes y de alta calidad, no siguiendo métodos tradicionales como la experiencia o la intuición. Por otra parte, los datos pueden permitir ofrecer nuevos servicios a clientes, o incluso crear nuevas líneas de negocio.

Las empresas vascas no están aprovechando aún todo el potencial de innovación que ofrece el acceso a esta ingente información, según un reciente estudio de Percepción de la Innovación de Innobasque. El 57% de los expertos encuestados opina que la transformación digital está contribuyendo de forma moderada a los procesos de innovación de nuestras empresas.

Esta percepción es lógica si tenemos en cuenta que en Europa los sectores manufactureros, con fuerte peso en la economía vasca, son los que muestran menor nivel de intensidad digital, según el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI por sus siglas en inglés) correspondiente a 2019. Impulsar esta transformación en la industria vasca resulta crítico para generar ventajas frente a competidores europeos. En este sentido, Euskadi debe contar con un sector TIC que pueda dar respuesta a las necesidades de las organizaciones, y acompañarlas en esta transformación digital.

Para que las organizaciones sean capaces de aprovechar las oportunidades que ofrecen los datos, será necesario gestionarlos en todos sus ámbitos, desde su producción hasta su uso

Partimos de una transición acelerada desde 2020 debido, entre otros factores, a la pandemia de la Covid. La industria electrónica y de servicios TIC mostró ese año un gasto interno en I+D superior en un 21% al de 2018, y una cifra de negocio un 50% más alta, impulsada principalmente por las empresas de programación, consultoría y otras actividades relacionadas con la informática. Cabe destacar también que el número de empresas vascas del sector se ha incrementado en un 5% en 2022 respecto de 2018.

Pero, aunque la Covid ha acelerado en muchos casos el desarrollo de tecnologías, la realidad es que la transformación digital es un proceso que requiere un tiempo de maduración. Según las estimaciones de la firma de consultoría Gartner, la mayoría de las nuevas tecnologías aún no están siendo adoptadas de forma masiva, y por tanto no están generando valor.

Por su parte, la gestión de los datos es un aspecto que está adquiriendo mayor relevancia. Están surgiendo nuevas responsabilidades y funciones organizativas para garantizar que se adoptan los comportamientos adecuados en la evaluación, producción, consumo y control de los datos, así como en las prácticas analíticas relacionadas. De hecho, algunas organizaciones están apostando por la creación de puestos de responsabilidad en la gestión y análisis de los datos. Sin embargo, solo el 40,2% de las empresas afirman que este rol es exitoso y está bien establecido dentro de su organización.

Una reciente publicación destaca las barreras para las organizaciones basadas en datos. Una amplia mayoría de los ejecutivos encuestados citan en primer lugar los obstáculos culturales. No se trata únicamente de una cuestión tecnológica, sino que es al mismo tiempo un desafío para las personas.

Para que las organizaciones sean capaces de aprovechar las oportunidades que ofrecen los datos, será necesario gestionarlos en todos sus ámbitos, desde su producción hasta su uso. No será suficiente contar con la tecnología, las capacidades y las competencias necesarias. Será preciso actuar sobre las creencias y comportamientos subyacentes de una organización. Es decir, en su cultura.

Al tiempo, es necesario un impulso desde la política pública. En este sentido la Unión Europea, en su reciente estudio Digital Transformation – Cost of Non Europe, recoge las políticas a desarrollar en el marco de la Unión, que se resumen en tres opciones: aumentar la confianza en las tecnologías digitales, reforzar la I+D+i para la transformación digital, y una política específica para las Pymes en este ámbito.

La política del Gobierno Vasco está alineada con estas orientaciones, tal como refleja «Economía del Dato», un reciente proyecto que plantea la creación de un ecosistema del dato. Está enfocado al sector industrial, y el objetivo es superar el 40% del PIB en industria y servicios avanzados entre 2021 y 2024. Estas medidas se verán reforzadas por el plan España Digital 2025, que prevé una inversión de 5.000 millones de euros en la digitalización de las pymes y contempla programas específicos para el sector industrial. Además, la Comisión Europea ha puesto en marcha medidas estratégicas complementarias, como la puesta en marcha de un marco para el intercambio seguro de datos personales y no personales (Data Act y Data Governance Act), el Programa Digital Europe, o la iniciativa “Skills4SMEs” para la capacitación y formación continua de pymes.

Tres son pues los elementos clave para el desarrollo de una organización basada en datos: un sector industrial que asuma la importancia estratégica de las tecnologías digitales, el desarrollo de un sector TIC excelente, y el impulso político.

La agilidad de todas las administraciones la hora de desarrollar estos instrumentos, y la capacidad del tejido empresarial vasco para aprovecharlos, serán las claves para que la transición digital contribuya realmente a acelerar la innovación y a crear nuevas sendas de crecimiento, competitividad y productividad para la economía vasca.

  • Talento, cultura y tecnología para extraer el máximo potencial de los datos

    No os vais a sorprender si os digo que vivimos en la era de la revolución digital ¿cuántas veces lo habéis escuchado? Seguro que no son pocas. En 2010 Eric Schmidt, CEO de Google, sorprendió a muchos cuando afirmo que “Desde los albores de la civilización hasta 2003, se crearon cinco exabytes de datos. La misma cantidad fue creada en los últimos dos días”. Esas cifras se quedan muy cortas hoy en día si tenemos en cuenta que el estudio Rethink Data realizado por IDC y Seagate en 2020 pronostica que para el año 2025 la generación de datos ascenderá a un total de 175 zettabytes.

    En 2006 el matemático inglés Clive Humby dijo “Los datos son el nuevo Petróleo”, haciendo referencia a la capacidad de los datos de trasformar nuestras vidas como hizo en el pasado el petróleo, fuente primaria de la energía que usamos en nuestros hogares, centros de trabajo y el combustible que consumimos. Diez años después, el 6 de mayo de 2017, la revista “The Economist” publicaba en portada una imagen de plataformas petrolíferas con los nombres de Amazon, Google, Microsoft, Facebook, Uber y Tesla que rezaba “El recurso más valioso del mundo ya no es el petróleo, sino los datos”.

    El símil no podía ser más acertado: las compañías energéticas habían empezado a perder su posición como empresas líderes mundiales a favor de aquellas empresas cuyo eje central se cimentaba en la generación de productos y servicios de alta tecnología basados en datos. Las cifras de negocio eran claras. Hoy en día estas empresas siguen cosechando éxitos de uso y venta de sus servicios. La apuesta estratégica de orientación a los datos que hicieron para trasformar sus negocios se estudia incluso en escuelas de comercio y universidades.

    El dato como activo de negocio añade valor, pero no es suficiente con captar ingentes cantidades de datos y almacenarlos. Hay que generar un impacto positivo en los resultados. Esta no es una tarea fácil y aquí nos topamos con la piedra angular del “datocentrismo” en la industria; tradicionalmente esos datos han sido analizados e interpretados por los técnicos de cada compañía. Sin embargo, ahora disponemos de una nueva capa de análisis que nos permiten las tecnologías digitales mediante sus potentes motores de cálculo. El reto ahora por tanto es triple, no sólo tenemos que almacenar, transformar y manipular los datos de manera diferente para generar impacto en la empresa, sino que tenemos que modelarlos de manera que las nuevas tecnologías puedan extraer su máximo potencial.

    El primer aspecto clave es el talento; en concreto las personas. La manera de trabajar está cambiando y así como impulsar planes de formación y adaptación a nuevas tecnologías se hace imprescindible, no es suficiente. Las empresas cada vez demandan más perfiles laborales multidisciplinares especializados en el ámbito de las tecnologías de la información y la explotación del dato, como pueden ser el Chief Data Officer, el Data Engineer, o el Data Scientist.

    Por otro lado, los equipos de gestión de talento deben ser creativos para que los empleados se sumen al cambio de manera proactiva y haya un acompañamiento por parte de la organización. En nuestra compañía se está llevando a cabo un novedoso programa que combina sesiones teóricas con el estudio de un caso de uso real de la unidad de negocio de cada participante.

    Realizando nosotros ese ejercicio sobre un set de datos real, entendemos cómo se extraen y tratan los datos y probamos distintos métodos de machine learning con el objetivo de entender qué tipo de método se ajusta al reto que queremos abordar. Mediante este ejercicio, realizamos una aproximación al reto desde una perspectiva radicalmente distinta a la habitual y nos ponemos en la piel de los nuevos perfiles que son necesarios en este contexto de cambio. Tenemos la creencia de que, para evolucionar a una empresa basada en el dato, necesitamos trabajadores basados en el dato, y para ello la formación, la amplitud en la perspectiva y alejarse de la formación tradicional puede ser muy enriquecedor.

    En el trascurso de dicho programa descubrimos que las capacidades de estos nuevos roles enriquecen nuestras labores diarias y que un modelo basado en la colaboración y la búsqueda de sinergias puede ser un modelo exitoso de tal manera que nos convertimos en catalizadores del cambio.

    Otro aspecto clave es el tecnológico; es incuestionable que el desarrollo y la inversión en tecnología es fundamental para una buena gestión y uso del dato en todo su ciclo de vida. Desde la sensorización, conectividad y captación –pasando por su análisis mediante inteligencia artificial y otras tecnologías de vanguardia– hasta la explotación y comunicación compartida de manera segura y con un modelo de custodia del dato claramente definido.

    En Euskadi encontramos una comunidad tecnológica cohesionada como es la Red Vasca de Ciencia Tecnología e Innovación en la que muchas empresas participan a través de sus Unidades I+D empresariales. Asimismo, la colaboración publico privada es esencial para impulsar la capacitación tecnológica y fomentar la I+D empresarial.

    En definitiva, aprovechar el potencial de los datos ha demostrado ser beneficioso para la competitividad empresarial. En esta sociedad conectada y digital tenemos cada vez más datos disponibles y tenemos que apoyarnos en la tecnología para poder añadir aún más valor y generar así nuevos servicios y productos. Como ciudadanos y empleados en nuestras organizaciones, seremos capaces de promover este cambio si contamos con herramientas para mejorar nuestras competencias digitales y trabajamos en adoptar nuevos puntos de vista que nos enriquezcan.

    Dicho esto, aún hay mucho en lo que avanzar para aprovechar al máximo las oportunidades que nos brinda la transición digital, la tecnología y la capacitación de las personas y el valor que esto puede aportar en los modelos de negocio en las empresas vascas. Creo firmemente que tenemos capacidad para conseguirlo y que la apuesta por ser organizaciones basadas en datos es clara. Eso sí, tenemos que ser nosotros, las personas, los catalizadores del cambio.

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