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Leer la opinión de Diego Herrero
Director de Innovación de Tubacex

La crisis del COVID-19 solo ha hecho crecer una presión, que ya se intuía, para reducir la dependencia de Europa de las tecnologías de origen estadounidense o chino, desde el desarrollo de vacunas hasta la inteligencia artificial.

Pero, ¿qué es la soberanía tecnológica? STOA (Panel for the Future of Science and Technology) en el informe “Key Enabling Technologies for Europe´s technological sovereignty” la define como “la capacidad de Europa para desarrollar, proporcionar, proteger y retener las tecnologías críticas necesarias para el bienestar de los ciudadanos europeos y la prosperidad de las empresas, y la capacidad de actuar y decidir de forma independiente en un entorno globalizado”. Es decir, el alcance supera la pura investigación y desarrollo de tecnologías para contemplar su llegada a mercado en situación de liderazgo y manteniendo las competencias que nos garanticen la retención de talento cualificado.

La soberanía tecnológica debería responder a la necesidad patente de que Europa compita mejor en determinadas áreas clave, recuperando un posicionamiento actualmente perdido frente a EEUU y China y resolviendo para ello una serie de retos o amenazas para nuestra competitividad actual y futura:

1. Falta de recursos y materias primas

Existe una gran dependencia de terceros países para acceder a muchas de las materias primas o recursos críticos necesarios para el desarrollo de tecnologías y productos en Europa.

Flujos de materias primas y sus riesgos actuales de suministro para una serie de tecnologías y sectores clave

En este sentido, la UE ha puesto el foco en las dependencias relacionadas con las KET-s (“Key Enabling Technologies”)* por sus implicaciones en ámbitos prioritarios.

2. Dependencia de proveedores no europeos

La dependencia se extiende también a los proveedores de partes y productos imprescindibles en las cadenas de valor de los fabricantes europeos.
Dependencias de la UE
  • China: productos de alta tecnología (partes de maquinaria, productos médicos, telecomunicaciones, instrumentos ópticos, …)
  • USA: productos de alta tecnología (motores, productos eléctricos, aeroespacial, diagnóstico, …)
  • Rusia: materias primas (metales, gas y petróleo, carbón, níquel, …)
  • Reino Unido: casi todos los materiales y productos considerados

3. Falta de capacidades relevantes

Europa tiene un déficit de capacidades en términos de STEM respecto a otros países como China y EEUU

Dependencias de la UE
Dependencias de la UE

4. Comercialización de los resultados de la investigación

La UE continúa a la cola en la comercialización de los resultados de la investigación y en la retención de dichos resultados en Europa.

Desempeño de la EU27 respecto a EEUU, China y Japón en tecnologías clave

Ante los retos anteriores, se puede entender la urgencia de Europa por conseguir la soberanía tecnológica. Y así se está haciendo patente en los mensajes políticos.

No obstante, no es evidente la forma en que Europa abordará este tema o cómo los discursos políticos se transformarán en acciones concretas, ya que enfrenta posicionamientos proteccionistas (relegando a Europa y sus empresas a posiciones competitivas peores que las actuales) con posicionamientos más aperturistas hasta ahora defendidos por la Comisión para la investigación y la innovación.

En definitiva, el debate sigue abierto. Es un tema que, aunque tratado en Bruselas, nos afecta:

las tecnologías y acciones que se prioricen podrán estar (o no) relacionadas con nuestros intereses, las posibles plataformas que se creen podrán (o no) contar con agentes de nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación, las “fronteras” que puedan crearse con otros países pueden afectar a nuestras relaciones, …

Cuestiones para la reflexión como sistema de ciencia, tecnología e innovación y como empresas a título individual:

  • ¿Estamos al tanto y seguimos los debates que se producen sobre este tema?
  • ¿Tratamos de influir en agentes que participan en esos debates?
  • ¿Tenemos formas de representación en los debates?
  • ¿Cuáles son nuestras fortalezas y debilidades en el desarrollo y aplicación de las KETs?
  • ¿Cuál es nuestra dependencia respecto a los materiales y productos críticos? ¿Estamos haciendo algo por reducirla?
  • ¿Podemos establecer un equilibrio entre las tecnologías a desarrollar y las tecnologías a adquirir/incorporar, desarrollando conocimiento en torno a ellas y mejorando la capacidad de absorción de las empresas?
* fabricación avanzada, (nano)materiales avanzados, tecnologías de ciencias de la vida, micro/nano electrónica y fotónica, inteligencia artificial, y tecnologías de seguridad y conectividad
  • La importancia indudable de los retos a los que se enfrenta Europa, y que están en el origen del debate sobre la soberanía tecnológica, no debería llevarnos a conclusiones que alimenten una ambición de poder desmedido por parte de la élite política, o a una tendencia a querer planificarlo y controlarlo todo.

    Por otra parte, es imprevisible la aceptación de dichas conclusiones por parte de la sociedad, en un momento post pandemia en el que su confianza en los gobiernos ha caído y se duda de los criterios (bien común, resultados científicos, …) en los que se basaron determinadas decisiones que coartaron las libertades de los ciudadanos y destruyeron sus medios de vida, con el consiguiente empobrecimiento acelerado. Y queda aun por ver el resultado de la inflación causada por estas decisiones.

    Es necesario garantizar que la soberanía tecnológica y otros temas, como el cambio climático, se abordan poniendo en el centro las libertades personales y el mantenimiento de unas condiciones de bienestar que no fomenten mayores desigualdades. Desde el punto de vista de la persona, la tecnología tiene dos caras opuestas. Por una parte, empodera al individuo dándole la capacidad de hacer cada vez más cosas con menos esfuerzo. Es decir, en muchos sentidos, reduce su dependencia de los estados para gestionar su vida. Y, por otra parte, aumenta la capacidad de los estados para el control social y la planificación centralizada, contrarrestando el efecto de mayor libertad que podría experimentar el individuo. Ante los grandes cambios sociales que se están produciendo, se corre el riesgo de que los estados tengan la tentación de defenderse para sostener sus estructuras de poder, controlando las libertades y aumentando la recaudación de impuestos.

    El paradigma de todo esto es China, donde el control social ha llegado a cotas muy altas, pero, pero otra parte, tratan de transmitir una imagen de éxito y de superioridad del país, siendo muy poco respetuosos con “lo ajeno”. La defensa legítima de los otros bloques, USA y Europa, ante una fuerza tan abrumadora no debería basarse en los mismos principios y valores de China, sino en la defensa de unos valores propios fundamentados en la libertad de la persona.

    En una reflexión sobre la soberanía tecnológica y sobre las apuestas tecnológicas de los diferentes países, se deberían considerar las reflexiones de Peter Thiel y de Elon Musk. El primero dijo hace poco que la inteligencia artificial es una tecnología comunista, mientras que el bitcoin es capitalista. La primera permite la superioridad por parte de una élite social y hace mucho más eficiente la planificación centralizada por parte de un súper-organismo. La segunda, permite la descentralización total y la independencia de gobiernos e intermediarios. Por su parte, Elon Musk dijo que la inteligencia artificial es la mayor amenaza existencial que tiene la humanidad y su potencial de dominio no tiene límites a largo plazo. A partir de ahí, se podría tener una perspectiva diferentes sobre el interés de muchos países por convertirse en una potencia en inteligencia artificial, mientas se critica y se pone barreras al bitcoin.

    Cabría también preguntarse si los gobiernos se están enfocando más a tecnologías relacionadas con el poder (inteligencia artificial, energía, robótica, …) que a los retos que más valor pueden aportar a la sociedad, como son la salud y todo lo relacionado con retrasar el envejecimiento.

    Otra área donde se pretende la soberanía es la de los semiconductores, que son la base para la gestión masiva de datos, y obviamente para el desarrollo de la inteligencia artificial.

    Se da la circunstancia de que la tecnología de diseño es americana esencialmente, la de fabricación de los productos más avanzados es Europea (bajo algunas licencias americanas), mientras que la mayoría de microchips se producen en Taiwan y Corea del sur. En este campo nadie tiene la soberanía tecnológica, y el mercado y la tecnología se han desarrollado de forma muy eficiente, creando mucho valor para la humanidad. No obstante, se ha generado el miedo de que algún grupo puede bloquear a los demás, en aquella parte que está a su alcance.

    Cuando ahondamos en los retos a los que se enfrenta Europa en su capacidad de liderazgo innovador, se observa un peso cada vez mayor de los gobiernos y los presupuestos públicos y debilidades en la forma de educar, los valores y la actitud de la sociedad ante la innovación y los retos de futuro. No es un problema, solo, de cantidad de titulados STEM (sólo hace falta un Einstein o un Elon Musk para cambiar la forma en la que vemos el mundo) sino de mentalidad.

    Antes de pensar en la soberanía tecnológica, tendríamos que avanzar mucho en la soberanía del individuo.

    Si nos enfocamos ahora en Euskadi, me surge algunas preguntas cuyas respuestas podrían ser objeto de debate. Yo adelanto las mías:

    • ¿Somos lo suficientemente relevantes como unidad social como para jugar un papel relevante tanto en lo que respecta a materiales críticos como a desarrollo tecnológico?. A lo primero, claramente no, y a lo segundo, no en este momento.
    • ¿Habría tenido éxito Elon Musk en Euskadi?, ¿o Peter Thiel?, ¿o Steve Jobs?. No creo, porque nuestro ecosistema innovador es rígido y está poco interconectado. Además, nuestra cultura y educación no favorece asumir riesgos ni fracasos. Y nuestro sistema económico tampoco.
    • ¿Le gustaría a Elon Musk o alguno de los otros venir a vivir a Euskadi?. Probablemente se aburrirían …. salvo que fueran hinchas del Athletic (lo siento, un punto de humor ante un panorama que estaba resultando un poco triste).
    • ¿Necesitamos más gobierno y planificación, o más capacidad de iniciativa individual y libertad de acción? Sin duda, lo segundo.
    • ¿Somos lo suficientemente productivos como sociedad, como para permitirnos hacer inversiones fuertes en desarrollo tecnológico? No, sin asumir fuertes deudas.

    No quiero transmitir una visión pesimista, sino una opinión personal de que creo que estamos tomando el camino equivocado, pero que podemos todavía reaccionar.

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