Director. Consultoría de personas – LKS Next Consultoría
La tendencia de la economía Gig -aparición de Lyft, Uber, Airbnb, Postmates o Wolt- se aceleró durante la última gran recesión y la pandemia del Covid-19. Según estimaciones aproximadas, es probable que un tercio de la población de los EE.UU. esté operando ya en algún tipo de modalidad colaborativa, y se calcula que 1,6 millones de trabajadores en todo el mundo obtienen sus ingresos por esta vía. El número de empleos de este tipo que requieren un alto nivel educativo es todavía limitado, pero es probable que aumente en el futuro (referencia en página 4).
La transformación hacia la economía Gig se está produciendo en todo el mundo, especialmente en sectores de servicios como el alquiler de alojamientos vacacionales, el transporte privado, la entrega de comida, etc. De continuar esta tendencia, el mismo enfoque podría extenderse a la mayor parte de la economía, e incluir empleos que requieren talento y competencias de educación mucho más altas que las que se demandan mayoritariamente en la actualidad.
Si los responsables privados y públicos son capaces de responder a este desafío, se abrirá una amplia gama de posibilidades, tanto para la oferta como para la demanda de empleo. Podría dar lugar a respuestas exitosas en forma de empresas altamente competitivas de ámbito local, nacional o global, así como a la creación de nuevos puestos de trabajo y a la mejora de los niveles de competitividad y bienestar.
La eclosión de la economía Gig está asociada a diversos factores: desde el contexto negativo en torno al empleo y los salarios, hasta oportunidades prometedoras para la creación de nuevas empresas y puestos de trabajo. La minimización de costes es una de las principales ventajas de la economía colaborativa. Las organizaciones pueden contratar personal externo, lo cual evita la necesidad de costosas oficinas y de otros gastos como paquetes de prestaciones para empleados, planes de jubilación y bajas por enfermedad remuneradas. Trabajar con “mano de obra Gig”, para completar tareas que la organización no es capaz de desarrollar por sí misma o para acelerar tiempos, genera impactos positivos y evita la complejidad y duración de los procesos complejidad y duración de los procesos de contratación. En este sentido, la economía colaborativa aporta independencia y flexibilidad.
Sin embargo, existen también desventajas. Una de ellas, que las personas externas no se impliquen en la organización con la que colaboran del mismo modo que si estuvieran contratadas a tiempo completo. Además, las empresas Gig no son, en términos generales, las que desarrollan más políticas para incentivar a sus empleados, lo que puede generar problemas de fidelidad o disminuir la motivación laboral. Por otro lado, mientras que para algunas personas el trabajo independiente puede suponer un incentivo importante, para otras puede crear una sensación de aislamiento con efectos negativos para la salud mental y la productividad.
Los principales elementos y características de la economía colaborativa (disponibilidad de conexiones en línea a costes razonables, irrelevancia del lugar desde donde se desarrolla el trabajo, flexibilidad de horarios y tiempo de trabajo, etc.) ofrecen buenas perspectivas de atención a clientes tanto nacionales como internacionales. Pero la economía Gig puede ser también un arma de doble filo, al permitir que ciertos tipos de trabajos sean realizados a distancia por personas ubicadas en cualquier punto del planeta. Una revisión cuidadosa de las políticas relacionadas con este ámbito resulta crucial para una adecuada transición e incorporación de la economía Gig, al tiempo que se minimizan sus potenciales riesgos. En todo caso, habrá que continuar vigilando la evolución de este modelo y su progresiva introducción en los distintos ámbitos de la sociedad.
La opinión de…
Ander Sansinenea Mendieta
Director. Consultoría de personas – LKS Next Consultoría
Disrupciones del mercado laboral
El mercado laboral es como cualquier mercado, una relación de fuerzas entre la oferta y la demanda. A veces la oferta supera a la demanda y eso se refleja en los salarios y la tasa de paro y otras veces la correlación de fuerzas juega en sentido contrario.
En los próximos años se prevé que fruto de la jubilación del baby boom y la tasa de nacimientos de los últimos años, esa correlación de fuerzas vuelque el poder de negociación hacia la oferta laboral. Queda por despejar en impacto que la digitalización de la economía tendrá en la generación y destrucción de empleo.
De todas formas, hasta la fecha dentro del mercado laboral ha existido una dicotomía bastante clara. Un colectivo con una buena formación y empleabilidad que ha disfrutado de estabilidad laboral y buenas condiciones, y por el contrario un colectivo con baja cualificación que encadena de forma constante inestabilidad laboral, desempleo recurrente y malas condiciones económicas. El reto de este país es formar a esa bolsa de personas para aumentar su empleabilidad y lograr equiparar las tasas de paro con las europeas.
Sin embargo, la digitalización de todos los aspectos de nuestra vida ha traído la aparición de un nuevo colectivo de trabajadores. Aquellos que contando con una buena formación tienen además la capacidad de deslocalizar su entorno de trabajo. Hasta fechas recientes eran muy pocas las personas que trabajaban desde donde quisieran para quien quisieran, independientemente de en qué parte del mundo estuvieran. Los nómadas digitales eran una rara avis del mercado laboral que apenas atraían la atención de unos pocos. Sin embargo, la pandemia ha venido a demostrar que no había una barrera tecnológica para desarrollar este nuevo modelo de relación laboral y que es más una barrera cultural de resistencia al cambio. Resistencia al cambio que por cierto está cambiando rápidamente.
Hoy día estamos constatando que profesionales que viven en Euskadi están recibiendo ofertas de trabajo para trabajar para compañías estadounidenses, británicas o danesas con salarios de esos países. Y la sorpresa, tanto de los profesionales que reciben esas ofertas como de las empresas que ven que algunos de sus mejores profesionales les abandonan, es significativa. Agradable sorpresa la de algunos que se sienten privilegiados con salarios mucho más altos que los de su entorno con unos costes y calidad de vida locales. Por otro lado, resignación y cierta sensación de injusticia por parte de las empresas que ven como les abandonan algunos de sus mejores profesionales. Cuando empresas vascas hemos hecho lo mismo yendo a subcontratar desarrollos informáticos en la India o Sudamérica no pensamos en el impacto que esas medidas podían tener en el desarrollo económico de esos países que veían como su mejor talento trabajaba para el beneficio de empresas de terceros países. Talento que estos países habían invertido en desarrollar y que no perdían fruto de la inmigración, sino de que empresas de terceros países los ponían a trabajar para sus propios intereses.
Desde el punto de vista de los trabajadores digitales es una suerte contar con oportunidades más allá de las que surjan en tu entorno geográfico cercano, pero como países y como empresas la guerra por el talento digital se globaliza y recrudece en términos que no habíamos visto hasta ahora.
Está claro que como país hay que darle una nueva vuelta de tuerca a las meninges para seguir siendo capaces de retener el talento local, atraer el externo y aprender a colaborar en red con profesionales de otros países.